Sir Patatas

Pedro Saboulard presenta su ópera prima, Épica patética. Conozcamos al protagonista de la historia, Sir Patatas, adolescente quijotesco con sobredosis de Nintendo, cientos de cómics y demasiada televisión.

Pedro lleva la literatura en la sangre. Y no sólo porque su madre es nada más y nada menos que Laura Restrepo, una de las voces imprescindibles de nuestra literatura, sino porque, al igual que Sir Patatas, su personaje, no tiene ningún problema en vivir otros mundos, otras realidades, otras vidas.


Por Giuseppe Caputo

Bogotá, abríl de 2009.-
Démosle la bienvenida a Sir Patatas, que entre a nuestra habitación y a nuestras fantasías. Que entre con su fiel compañera, Sombra, su propia sombra con quién suele conversar. Démosle la bienvenida, para que pueda hablar con nosotros también. Mejor así. Abrámosle la puerta también a las fantasías de Sir Patatas. Las políticas, el Comandante Muerto, un guerrillero sufrido con su mascota, un unicornio azul. Que vengan también las fantasías porno-sentimentales, como la virtual HotOmega77, para que Sir Patatas, pueda hacerse la paja frente a la pantalla del computador, sin que lo abrume la culpa. Que entren las creencias religiosas: tres ángeles, Elohim, Mermeoth y Fulano, que pretenden llevarse al joven al paraíso, sacarlo de este mundo decadente de una vez por todas.

Y, bueno, ¿por qué no? Que también entre el psiquiatra, villano de la historia, que insiste en llamar a Sir Patatas por su nombre verdadero, “Alejandro”, y opina que eso de trucar la identidad, es evidencia de un brote neurótico inminente. Este doctor podría hacernos un diagnóstico completo del adolescente. Nos diría que Sir Patatas no acepta la realidad, y por eso se siente impulsado a crear mundos fantásticos que le generan conflictos en la mente y un fuerte desprecio por la vida. Que entre también Juanita, princesa incomprendida e insufrible, vecina de Sir Patatas que arde en amor no correspondido por él. Y que entre su madre y nos trate como niños, con galleticas de chocolate y dos vasos de leche: uno para el hijo y otro para usted.

Para darles a todos ellos la bienvenida que se merecen, dejemos que sea Pedro Saboulard, el autor, el encargado de introducir la historia de Sir Patatas.


¿Es Alejandro un Alonso Quijano adolescente y Sir Patatas, un Quijote quinceañero? Es evidente la influencia que las lecturas tienen en el protagonista. Todas sus fantasías tienen su origen en los libros que lee…

… y en los libros que dice haber leído, pero que en realidad nunca ha abierto, al fin de cuentas lo importante para él es la fantasía. Sir Patatas es un Quijote contrahecho, un Alonso Quijano con sobredosis de Nintendo, cientos de comics y demasiada televisión.

En ese sentido, ¿sería Sombra un Sancho Panza que insiste en aterrizar al protagonista?

Más bien es la sombra de Peter Pan, que cobra vida propia y se le escapa al dueño. O es Pepe Grillo, la conciencia de Pinocho, que insiste en que el pobre niño no mienta. También Sombra, en Épica Patética, es una consejera caprichosa y autoritaria que empuja al protagonista hacia donde a ella le da la gana.

Dice Sombra refiriéndose a Sir Patatas: “Durante sus largos quince años de vida ha logrado mantener en pie todas sus fantasías. Hay que reconocer que ha sido valiente, ha sobrevivido, más o menos intacto, a la peste de tedio que azota a la humanidad desde 1970.” ¿Por qué escogió esa fecha para marcar un antes y un después?

1970 fue un año marcado por tres tragedias: la muerte de Janis Joplin, la disolución de los Beatles y el nacimiento de Mariah Carey.

Épica patética tiene una clara influencia teatral…

En realidad, empezó siendo una obra de teatro. En un arrebato de protagonismo adolescente, yo la escribí, la codirigí y la actué. No contento con eso, después la volví novela.

El psiquiatra considera que Sombra, “personaje imaginario” que acompaña a Alejandro y compensa su soledad, en realidad lo lastima. Como creador de esta historia, ¿está de acuerdo con dicha tesis?

Víctima del llamado “dilema del erizo”, Sir Patatas se siente solo y vulnerable, y saca púas para defenderse de quien se le acerque, lo cual lo aísla aún más. Sombra son las púas de Sir Patatas.

Hay una presencia de los ideales de la izquierda en la obra. A veces el protagonista, que se considera “joven e idealista”, adopta posiciones radicales y, en sus fantasías, suelta frases como: “Juanita es una pequeño burguesa y nosotros los rebeldes estamos obligados tratar mal a los de esa clase decante”. Pero también hay una burla de la izquierda. Por ejemplo, Sombra dice: “el tal Comandante era un superhéroe de esos que luchan ‘por la justicia y por un mundo mejor, y cosas por el estilo, pero que no se afeitan nunca y huelen a chivo de monte”. ¿Pretende dar cuenta de una época? También pareciera que quisiera dejar por sentado que la izquierda atraviesa una crisis y que necesita reinventarse…

Sí. Todo eso.

Sir Patatas exalta constantemente los logros e ideales de sus héroes fantásticos. Sombra le recuerda de manera reiterativa que no existen en la vida real. ¿Creer de manera fervorosa en héroes es sinónimo de inocencia? ¿Es cosa de niños?

Es cosa de adultos. Las creencias fervorosas son más comunes en los adultos que en los niños. Esto no es inocente, no hay mejor estandarte que un héroe o una creencia, tal como demostró Bush en su guerra contra “el eje del mal”. A Sir Patatas le fracasa el estandarte. Sus héroes, antifuncionales, no pasan de ser desfasados caballeros medievales o inocuos action toys.

“Orco era amigo de Heman. Dante, amigo de Virgilio. Don Quijote, de Sancho. Batman, de Robin (…) Amistades verdaderas como ésas no se pueden concebir hoy en día”. ¿Cree usted que la ficción puede superar la realidad y suplirla o estaría de acuerdo con quienes aseguran que la realidad siempre supera la ficción?

Lo realmente difícil es distinguirlas, una vez logrado esto, todo es cuestión de elección. Como dice Pedro Pietri: “Cuando yo era niño tenía muchas novias imaginarias. Ahora que soy adulto, las extraño un montón”.

Nuestro protagonista tiene una clara influencia católica por cuenta de su abuelo. ¿Diría que Sir Patatas vive con un sentimiento de culpa por pensar en mujeres y masturbarse?

Sir Patatas, que es grandilocuente, te diría que masturbarse sin sentir culpa es la lucha del hombre contemporáneo por desarrollar una moral propia.

“Las ilusiones desilusionan constantemente a Sir Patatas”. ¿Cree que la esperanza es peligrosa?

La esperanza es la certeza de un cambio improbable, y todo cambio es peligroso, más aún si es improbable. Como dicen los Beatles: “Happiness is a warm gun”.

¿La soledad corroe el alma de Alejandro o, por el contrario, la construye?

El alma de Alejandro se construye en soledad, pero la soledad corroe sus vínculos con el mundo.

¿Es Alejandro realmente feliz evadiendo la realidad?

Alejandro diría al respecto algo filosófico como: la felicidad está sobrevalorada, la realidad es relativa, ¿para qué buscar la felicidad si puedo jugar Nintendo?

El epígrafe de la novela, de Álvaro Mutis, dice: “Que te acoja la muerte con todos tus sueños intactos”. ¿Morir es llegar o terminar?

Como decía el Nene Cepeda, “el que se murió, se jodió”.

¿Qué tanto hay de Pedro Saboulard en Sir Patatas y Sombra?

Si yo fuera un escritor importante diría “Sir Patatas c´est moi”, como no lo soy, mi respuesta es: “Sir Patatas es mis amigos y yo soy la sombra detrás de Sombra”.
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